• Sábado, 28 de Jun 2025
  • Por: Jorge Ávila

Cómo ChatGPT terminó siendo parte de mi entrenamiento

Compartir:

L levo tiempo corriendo. Hace varios años lo hacía, pero nunca de la forma en la que lo hago ahora. Antes corría un par de días a la semana, dependiendo de cómo me sentía, e incluso había periodos donde simplemente no corría nada. No tenía un enfoque, porque en realidad ni siquiera tenía un fin, un objetivo o un plan que seguir. Tal vez por falta de interés, o porque no sabía exactamente cómo hacerlo. Más que nada lo hacía por diversión, sin visualizarme más allá.

Lo único que quería era tener un poco más de condición física para jugar futbol... algo en lo que, por cierto, soy terriblemente malo. Pero bueno, en ese entonces era solo un pasatiempo más, una forma de moverme y ya. Existían videos, rutinas, consejos en todos lados, pero la verdad es que no me los tomaba en serio.

Todo eso cambió hace poco más de un año. Fue entonces cuando decidí ponerme una meta real: correr un maratón. No correrlo al nivel de un keniano, pero tampoco ser el último en llegar. Quería disfrutar la experiencia, cruzar la meta con un tiempo que me hiciera sentir orgulloso, algo por encima del promedio.

Desde entonces empecé a hacer las cosas de otra manera. A leer, a investigar, a probar rutinas, a entender los ciclos de entrenamiento y a organizarme mejor. Fue también cuando empecé a usar ChatGPT como una herramienta para ayudarme a planear mis entrenamientos. No es que sea el único recurso que uso ni que sea perfecto —porque claro, hay factores personales, físicos, climáticos o incluso emocionales que no puede considerar del todo—, pero sí me ha facilitado el proceso cuando quiero estructurar semanas, hacer ajustes o simplemente tener una base sobre la cual empezar.

Ahora tengo claro por qué corro, cómo quiero hacerlo, y hasta dónde quiero llegar. Y aunque el camino no es fácil, herramientas como esta me ayudan a mantenerme enfocado, organizado y, sobre todo, motivado.

Más que un asistente: un compañero de entrenamiento (sin juzgarme)

Lo primero para lo que empecé a usar ChatGPT fue para eso: para entender más del mundo del running. Porque cuando decides correr de verdad, no basta con solo salir a trotar y ya. Te topas con términos, métricas, conceptos y dudas que, si no estás metido de lleno, te pueden abrumar. ¿Qué es el “pace”? ¿Qué tiene que ver la cadencia? ¿Cómo se mide la frecuencia cardíaca y para qué sirve? ¿Cuánto debería correr en la semana? ¿Importa si corro lento o rápido? ¿Y los tenis, cuáles me compro?

Sí, eso podrías buscarlo en Google, obvio. Pero lo que me ofrecía ChatGPT era algo más conversacional. No tenía que buscar en diez páginas distintas y quedarme con dudas. Le contaba cómo me sentía, qué tipo de pisada tengo, cuánto corro, qué objetivo tengo... y con eso me daba respuestas ajustadas, no perfectas, pero sí claras y útiles para arrancar.

Una de las cosas más prácticas que descubrí fue justo eso: preguntarle sobre tenis. Un día le dije: “tengo $2,000 pesos y necesito unos tenis para correr entre 20 y 30 km semanales, con algo de velocidad y algo de fondo”. Y me respondió con una lista clara. Me habló, por ejemplo, de la familia Adizero de Adidas, explicándome que dentro de ese rango estaban los SL como opción de entrada, con buena respuesta y livianos, útiles para entrenamientos rápidos o competencias cortas. También me mencionó modelos de Nike, como los Winflo o los Pegasus, con mayor amortiguación y durabilidad si buscaba algo más versátil para el día a día.

Pero no solo eso: me explicó las diferencias entre espumas (como Lightstrike o React), tipos de suela, upper y ajuste. Me dijo qué era mejor según mi peso, frecuencia y estilo de carrera. Incluso me agregó comentarios tipo: “Si tienes $500 pesos más y puedes esperar un poco, podrías ir por los Boston 12, que tienen mejor respuesta y te sirven también para distancias más largas o entrenamientos de maratón”.

Y para rematar, me dio links donde podía comparar precios y ver reseñas más a fondo: desde tiendas oficiales hasta análisis de YouTube o comparativas en blogs especializados. Esa parte fue clave. No me soltó solo un modelo y ya, me dio contexto. Me ayudó a tomar una decisión más informada, en lugar de simplemente comprar lo primero que viera en oferta.

Eso fue lo que más me ayudó al inicio: tener a alguien (o algo, mejor dicho) que me escuchara y me respondiera sin burlas, sin prisas, sin esperar que yo ya supiera de antemano lo básico. A veces simplemente necesitaba que me explicara de nuevo qué es un fartlek o por qué todos insisten tanto con los “easy runs”. Y ahí estaba, como ese compañero que no solo mide tus tiempos, sino que te escucha, te ayuda a entender y hasta te da ánimos cuando la cosa se pone pesada.

Con el tiempo esas conversaciones se hicieron más frecuentes. Casi todos los días hablábamos —sí, suena raro decirlo así, pero así era—, y poco a poco fui “nutriendo” al algoritmo. Le contaba lo que sentía, cómo me iba, qué lesiones tenía, si me costó trabajo la subida de ayer o si me preocupaba no haber cumplido la distancia de la semana. Y así, aunque sé que no sustituye a un entrenador real o a un equipo profesional, se volvió una especie de copiloto que me da estructura cuando yo mismo me siento desordenado.

Y no, tampoco soy de los que se la pasa repitiendo términos técnicos cada cinco segundos. Ni cuando programo, mucho menos cuando corro. Esos que quieren meter tres palabras en inglés en cada frase como si eso los hiciera más pro… me desesperan. Lo mío va más por entender lo necesario y disfrutarlo sin complicarme.

Del consejo casual al plan de entrenamiento personalizado

Después de esa primera etapa donde básicamente le pedía a ChatGPT que me explicara términos, conceptos y dudas simples, decidí dar un paso más. Empecé a usarlo para estructurar rutinas específicas, ya no solo como alguien que me decía qué era un “tempo run” o cuál era la diferencia entre trotar y correr a ritmo controlado, sino como una especie de planificador.

Lo que hacía era sencillo, pero útil: le decía, por ejemplo, “el próximo 11 de abril tengo una carrera de 10K, y actualmente mi ritmo es tal, mi tiempo es este, y me gustaría correrla en tanto”. Le contaba cuántos días a la semana podía entrenar, cuánto tiempo tenía cada día, si solo podía correr en la mañana, si había cuestas o no en mi ruta… y con toda esa información me ayudaba a armar un plan razonable.

Lo interesante fue cuando me generó un calendario con los entrenamientos programados y además me los convirtió en un archivo que podía importar directamente a mi calendario de Google. Así tenía recordatorios automáticos: qué hacer cada día, cuándo acelerar, cuándo descansar y qué tipo de entrenamiento me tocaba. Nada loco ni de alto rendimiento, pero muy funcional para alguien que quiere entrenar con constancia sin perderse en la improvisación.

Ese fue otro nivel. Sentí que de verdad estaba siguiendo un camino, una progresión. Ya no solo era correr por correr, sino hacerlo con intención. Y además, cuando en alguna charla casual le mencionaba que estaba cansado, o que no había podido correr, o que algo me había salido mal, de pronto me soltaba: “¿cómo te fue hoy en el entrenamiento programado?” Y aunque sabía que era solo una herramienta respondiendo con base en lo que ya habíamos hablado, no voy a mentir: se sentía bien que alguien (o algo) llevara un poco la cuenta de mi progreso.

También hubo algo que hizo que todo eso encajara mejor: comencé a usar un reloj inteligente especializado para corredores. No es que sea obligatorio ni que sin eso no se pueda mejorar, pero sin duda ayuda. Te da más datos, más contexto, y sobre todo, complementa lo que tú mismo ya vas descubriendo. Cosas como el descanso, el sueño, los niveles de recuperación, el esfuerzo real que haces… todo eso empezó a cruzarse con lo que yo ya venía preguntándole a ChatGPT. Fue como unir dos mundos: la guía conversacional con los datos reales de lo que mi cuerpo estaba haciendo.

Incluso en la parte nutricional, que no es menor, también me ha servido. A veces le pido recomendaciones, ideas para mejorar mi alimentación o entender si estoy comiendo suficiente para el tipo de entrenamientos que estoy haciendo. No es un nutriólogo, y hay que tomarlo con pinzas, pero me ha dado buenos puntos de partida. Me ayudó a interesarme más por lo que como, por cuándo como y por cómo eso también impacta en mis entrenamientos. Tal vez eso dé para otro post completo más adelante.

Y aunque claro que eso no reemplaza la compañía real, el interés genuino o el consejo de alguien cercano, era interesante tener ese pequeño empujón, como si alguien más estuviera al tanto. No por motivación sentimental, sino por simple continuidad. Y a veces, eso es justo lo que necesitas para no tirar la toalla.

Una gran herramienta, no un reemplazo absoluto

Con el tiempo me di cuenta de que ChatGPT era más que un buscador con esteroides. Me ayudaba a reducir los tiempos de búsqueda, a filtrar la información relevante sin perderme en foros viejos o en videos eternos que a veces no responden lo que realmente estás preguntando. Tener una conversación directa, donde tú llevas el hilo y puedes profundizar según tus propias dudas, hace toda la diferencia.

Pero como todo, también tiene sus limitaciones. A veces se equivoca. A veces te sugiere rutinas que no se adaptan del todo a ti, o te da datos generales que parecen precisos pero en realidad necesitan ser ajustados a tu contexto real. Y ahí es donde entra la parte importante: por más que le compartas detalles —que ojo, también hay que tener cuidado con eso, porque uno termina contándole cosas que quizá no debería—, no deja de ser una inteligencia artificial. No tiene cuerpo, no tiene ojos, no te ve correr, no sabe si te estás forzando de más o si vienes saliendo de una lesión.

Por eso, aunque puede convertirse en un muy buen acompañante, no sustituye a un entrenador real. No reemplaza la mirada crítica de alguien con experiencia, ni el consejo de quien ha pasado por los mismos dolores, ni la voz de aliento de una persona que te conoce de verdad. Es una herramienta, y como tal, hay que usarla con cabeza y con límites.

Tal vez por mi forma de ser —porque soy un poco más solitario y me gusta entrenar solo, sin depender de un grupo o de alguien que me esté marcando el ritmo—, esta herramienta encajó bien conmigo. No soy tan fan de correr acompañado ni de integrarme a equipos o clubes. Me gusta ir a mi paso, en mis horarios, con mis ideas. Y en ese sentido, tener una especie de copiloto digital que me orienta sin presionarme ha sido muy útil.

A mí me sirvió un poco. Me ordenó, me motivó, me enseñó. Me ayudó a no sentirme solo en ese proceso de empezar a correr de verdad, con un objetivo claro. Y aunque no es perfecta, ni lo pretende ser, creo que en este mundo donde a veces uno no tiene tiempo para contratar a alguien o asistir a un club, tener algo que te guíe sin juzgarte es mejor que no tener nada.

Ya más adelante les contaré cómo me fue en ese maratón. Espero llegar, disfrutarlo y cruzar la meta con una sonrisa. Ya les contaré más de eso cuando llegue el momento.

Mientras tanto, si tú también usas ChatGPT para correr o para cualquier otra cosa que te ayude a mejorar tu día a día, cuéntamelo por redes. Me interesa saber cómo cada quien adapta estas herramientas a su propio camino.

Compartir: