• Viernes, 17 de Oct 2025
  • Por: Jorge Ávila

El difícil arte de entrar en flow

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Hace unos días platicaba con mis amigos en el trabajo sobre el tema de la concentración profunda y el estado de flow. Es un tema del que muchas personas ya han escrito, pero quiero tomarlo desde mi propia perspectiva.

Conversábamos acerca de si era posible concentrarse profundamente en una oficina caótica donde hay muchas distracciones. El simple hecho de estar rodeado de gente puede provocar un sin número de interrupciones y hacer difícil alcanzar ese estado en el que puedes resolver los problemas que tengas, ya sea en programación o en cualquier otro ámbito.

Algunos opinaban que era imposible: que si hay muchas personas alrededor, no se puede generar el estado de flow. Decían que el hecho de interactuar constantemente con otros lo rompe, porque justo cuando logras enfocarte, alguien te interrumpe porque necesita tu ayuda o porque busca entrar él mismo en su propio estado de concentración. Así que, según ellos, mantener el flow en una oficina es casi imposible.

Otros decían que sí se puede, pero que es muy difícil. Que se necesita cierto aislamiento parcial para poder entrar en ese estado y que, aunque uses audífonos o música, siempre habrá algo o alguien que te saque de concentración. Aun así, creen que puede existir una combinación de factores que lo permita: momentos de calma, tareas bien definidas y quizá un poco de suerte.

También hubo quien comentó que sí se puede entrar en ese estado sin importar el lugar, siempre que seas una persona que sabe poner límites. Que si tienes esa habilidad, no importa el ruido o el entorno: tú puedes mantenerte enfocado. Pero —y esto es interesante— suelen ser personas muy serias o que incluso parecen “enojonas”, porque los demás prefieren no interrumpirlas. Es decir, si eres de esas personas que transmiten ese tipo de energía, probablemente puedas mantener tu concentración sin importar lo que pase alrededor.

Personalmente, creo que para llegar a ese estado de concentración profunda o flow donde puedes hacer mucho en poco tiempo, necesitas al menos tres cosas:

1. Saber exactamente qué tienes que hacer

Si no sabes con claridad qué debes realizar, o si aún tienes dudas, es muy poco probable que entres en flow. Tener tus objetivos bien definidos te da dirección y te permite concentrarte de manera natural, sin gastar energía pensando en el “cómo” o el “qué sigue”.

2. Un ambiente adecuado

No me refiero a un ambiente zen ni a un silencio absoluto, porque eso casi nunca existe, sobre todo en una oficina. Pero sí creo que el entorno influye mucho. Si estás rodeado de personas que también buscan concentrarse, aunque haya ruido, se puede lograr. En cambio, si hay caos, interrupciones o desorden constante, el flow se escapa fácilmente.

3. Entrenarlo

No esperes que este estado llegue de la nada. Puede que a veces ocurra espontáneamente, pero en realidad se entrena. Entrar en flow varias veces, aunque sea por poco tiempo, ayuda a tu mente a reconocer ese estado y volver a él más fácilmente. Es un proceso lento, casi como aprender a meditar: al principio cuesta, pero con la práctica se vuelve más natural.

Todo este proceso de alcanzar la concentración profunda es algo que, aunque requiere trabajo, es realmente hermoso. Es muy difícil llegar, pero demasiado fácil de perder. Aun así, vale la pena intentarlo cada día, porque cuando logras entrar, todo fluye: el tiempo desaparece, las ideas conectan y tú simplemente creas.

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